Como una pizza: ventas de autos online y con despacho a domicilio desafían a concesionarias tradicionales

Los neoyorquinos entienden tanto como cualquier otro habitante de una gran ciudad la necesidad urgente de una trozo de carne, una botella de tequila o incluso un paquete de calcetines. En esta era de Internet, prácticamente todo lo que alguien pueda desear puede ser pedido a la puerta y a toda prisa. Incluyendo un Jaguar azul usado.

A partir de hoy jueves, Carvana tiene eso cubierto. El mercado en línea acaba de comenzar a vender y despachar automóviles a domicilio en Nueva York. Los primeros vehículos se enviarán en camiones de reparto en bolsas gigantes, lo que representa una gran campaña de marketing.

Su nueva estrategia en Nueva York marca un punto de inflexión en el negocio de US$ 1 billón (millón de millones) de compra y venta de automóviles en Estados Unidos. Armados con críticas online y detalles de precios, los consumidores finalmente están optando en por comparar y comprar sus autos en línea, sin siquiera patear un neumático o dar un paseo de prueba.

Carvana, que se abrió a bolsa en mayo de 2017, afirma ser el concesionario de automóviles de más rápido crecimiento en el país. En el segundo trimestre de este año, vendía cerca de 250 vehículos por día y registraba ganancias cercanas a los US$ 2.200 por vehículo. Tiene alrededor de 11.000 autos en su plataforma y aproximadamente uno de cada cinco de sus clientes inicia y cierra la compra de su automóvil a través de un teléfono inteligente.

La startup ofrece prácticamente todo lo que hace un concesionario de automóviles tradicional, que incluye financiamiento y garantías, además de una ventana de devolución de siete días. Este momento es, en esencia, el punto crítico para la empresa. Según su cofundador, Ryan Keeton, la proporción de compradores que devuelve un vehículo está en torno al 5%, y de ellos, aproximadamente la mitad termina comprando un automóvil Carvana diferente.

Carvana dijo que su clara ventaja de costos sobre los concesionarios de la vieja escuela es que no necesita salas de exposición ni personal de ventas. Su operación en Nueva York incluye dos almacenes donde se pueden reparar, limpiar y fotografiar automóviles, con algunas personas listas con camiones para llevarlos a los compradores a pedido, como un flujo constante de pizzas de dos toneladas.